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viernes, 13 de julio de 2012

¡No le déis más vueltas!

Esta vez el solitario Jepri firmemente unido a su pedestal, labrado en granito de Assuan, descansa, metafóricamente hablando, por supuesto, de la vorágine que por lo general le acompaña. Turistas de todos los rincones del planeta, llevados por sus guías crueles para que den siete vueltas (7) en sentido contrario a las agujas del reloj, circundándolo sin piedad, como si aquel fuese un sádico carcelero y los otros los reclusos que se movían alrededor del pilar como zombies aletargados, abatidas sus conciencias y su dignidad, en aquella magnífica película, dirigida por A. Parker y titulada en español, Expreso de Medianoche.

Ese Maelström humano no pretende engullir el navío en forma de Jepri, sino darle aliento a su propio soporte supersticioso, para conseguir, lo que mentalmente vayan pidiendo con cada vuelta. Mientras, el guía y otros se miran o comentan entre sí, con gestos afirmativos reforzando su idea de que los turistas satélites, son unos cretinos sin solución, porque sí, queridos circunvaladores del escarabajo de Menmaatra, que leáis esto, se están riendo de vosotros, así, literalmente. Porque por si no os habéis dado cuenta, los egipcios que lo visitan no hacen semejante bobada, o por lo menos por entonces no lo hacían.

Alguno mientras lo hace pensará en el por qué de tamaña nadería y hasta quizá se plantee si no hay una contradicción con sus pensamientos racionales. Otros dirán que como es una turistada, pues a cumplir con lo que el guía les ha indicado. Total si vas de turista, en realidad eres miembro de rebaño y entre los demás pues no se va a notar tanto.
Luego están los que piensan que "todos" lo han hecho y se equivocan, porque no es así, aunque hayan ido en grupo organizado, pero se dicen a si mismos y a los demás semejante sentencia, porque saben que en el fondo no han hecho más que el canelo allí, al sol impío. Y esta es una de las razones, porque después como el chiringuito está al ladito mismo, el guía les ofrecerá la posibilidad de un refresco y con ello se llevará su mordida establecida.

Siendo lo más piadosos que se puede ser, el hecho de darle la vuelta no es sino una enorme gilipollez, patética muestra de la irracionalidad humana, a los ojos de los que observamos estas actitudes con cierta idea de fracaso colectivo de los humanos, porque:

  a) Si te crees en lo que te han dicho de los favores a obtener, es que crees en Los Reyes Magos y hasta en la bondad, entrega y palabras de los políticos.
  b) Si no estás seguro de si te lo crees o no, es que tu capacidad de racionalidad está bajo mínimos.
 c) Si no te lo crees pero das la vuelta, o bien es que temes salirte del rebaño o no tienes valor para plantarte y decirle al guía y a los demás si es que te toman por imbécil.

Por lo tanto, lector que has llegado hasta aquí y eres uno de los que no ha podido librarse de darle la vuelta, por más que lo quieras justificar, ya sabes lo que hay, no te engañes que esto no es lo mismo que vestirse de morito o morita en el baile desenfadado que se hace en la motonave durante el "crucero nilótico".

Y por si no lo sabías, esta práctica es reciente, nada que ver con el pasado del Antiguo Egipto, fruto de algún avispado guía, entre otras cosas, porque ese, frente al lago sagrado de Karnak, no era su lugar original. ¡Pero tú, te lo has creído!

Quizá el inventor de esta estúpida acción se inspiró en la umrah, o las siete vueltas, también en sentido contrario de las agujas, que han de hacer los peregrinos en la kaaba si cumplen el quinto pilar islámico. Si unos (los verdaderos creyentes de la ideología religiosa "de la paz y la tolerancia", por eso el acceso a la Meca y Medina están estrictamente prohibidos a los no musulmanes) hacen tal cosa, ¿por qué no les vendemos a los infieles y pecaminosos turistas lo mismo pero en plan pagano?  

¡Reflexionad, a ver que similitudes se sacan de ambas prácticas...!